La agricultura 4.0 echa raíces en Canarias

El proyecto Recolecta aplica tecnología en el campo para mejorar procesos, optimizar recursos y elevar la calidad del producto

Aunque en el imaginario colectivo la agricultura se asienta como una
actividad tradicional en la que poca cabida tiene la tecnificación y la
innovación, los hechos se empeñan en contradecir tal pensamiento.

La agricultura 4.0 echa raíces en el Archipiélago. Canarias, lejos de encallarse como una región conservadora en el sector primario, se sitúa a la vanguardia con investigaciones e iniciativas que buscan mejorar la eficacia de los procesos
y la calidad de los cultivos. El proyecto Recolecta es ejemplo de ello.
Impulsado por Florette Ibérica y financiado por el Programa Nacional de Desarrollo Rural, es una línea de acción en la que también participan como miembros del
grupo operativo el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC), centro adscrito al área de Economía del Ejecutivo regional, y Brioagro.

Su objetivo es implementar un sistema de gestión agrícola inteligente
y autónomo para la producción de hortalizas de cuarta gama, aquellas que el consumidor puede comprar en el supermercado limpias, troceadas y envasadas.
Big data, nanotecnología, sensores, satélites o datos móviles son conceptos que ya están arraigados a la tierra. La aplicación de las nuevas tecnologías a los cultivos hace posible la recopilación, monitorización y análisis a pie de campo
para perfeccionar los procesos, reducir costes, optimizar recursos y
elevar la calidad de las producciones.

Es la agricultura 4.0, la que vertebra el proyecto Recolecta que echó a andar este mismo año. La participación del ITC en esta iniciativa tiene tres ramificaciones: contribuir al conocimiento de fitosanitarios presentes en la planta, monitorizar la calidad del agua de riego y mejorar el proceso de limpieza del producto en el proceso de envasado. ¿Pero cómo se articulan estos procedimientos? El Instituto Tecnológico de Canarias ejecuta estudios agronómicos del suelo con sensores y muestras para determinar la presencia de productos fitosanitarios en la tierra y la calidad de la misma.

De este modo logra conocer, por ejemplo, qué trazas llegan hasta el empaquetado. El órgano tecnológico trabaja, en relación con este aspecto, con biocarbono obtenido por pirólisis de compuestos orgánicos (biochar), según expone el jefe del departamento de Agua del ITC y coordinador del proyecto Recolecta dentro de dicha institución, Baltasar Peñate. El “acolchado” con este material permite, de un lado, aportar al suelo una mayor capacidad de retención de agua, y, de
otro, favorecer la estabilización de los microorganismos, con lo que se incrementa la vida útil de la tierra de cultivo.

La calidad de los recursos hídricos también constituye un elemento nuclear de esta iniciativa, que se proyecta sobre terrenos del sureste de Gran Canaria y oeste de Tenerife. El ITC colabora, en este sentido, en la caracterización del agua de riego. Peñate explica que los recursos empleados en Gran Canaria son una mezcla de agua desalada y de pozos, mientras que la utilizada en Tenerife procede
de galerías. “Hay ciertos compuestos que pueden afectar al cultivo y se puedan modificar para llegar a la calidad óptima”, señala. El hecho de que el cultivo cuente con agua con la cantidad adecuada de boro es vital para obtener los mejores resultados. El experto incide en que si el agua tiene un alto contenido en sodio y calcio hay que corregirlo para que el suelo no se sature, al igual que es necesario
comprobar que su salinidad no afecta a los cultivos. E igual de importante es, según indica, buscar posibles contaminantes en el agua.


El último aspecto con el que también está involucrado el instituto canario dentro de este proyecto tiene que ver con la reducción de la huella hídrica dentro de
fábrica. En este punto el ITC trabaja en eliminar posibles trazas de productos fitosanitarios y buscar alternativas para reciclar el agua de lavado del producto final con el objetivo de ampliar sus ciclos de utilización.

Otro pilar destacado de Recolecta es que busca el momento preciso para recoger las hortalizas. Los brotes y las lechugas son sensibles a las sensaciones térmicas, por lo que a través de un sistema de gestión agrícola inteligente se concreta la fecha ideal de recolección. Con esta intervención no solo se potencia la competitividad del productor, sino que también se garantiza la calidad del producto. Los datos arrojados por los sensores implantados en el terreno
de cultivo y recopilados por vía satélite son los que aportan las variables necesarias para testar el punto de maduración correcto de las hortalizas y minimizar su pérdida.
Peñate sostiene que este segmento ha apostado de forma creciente por la innovación y la tecnología en los últimos años paralograr preservar la calidad del producto y mejorar los procesos. “El innovar en la agricultura siempre debe llevar a una reducción de los costes”, subraya. “Normalmente los agricultores van a ciegas y loque hacemos es meter un poco de inteligencia”, añade.

La agricultura encabeza la investigación y desarrollo dentro
del sector primario, lo que no quiere decir que no se tope con dificultades. El principal obstáculo está relacionado con los costes que implica incorporar tecnología en las explotaciones. No está al alcance de todos. De ahí la importancia de las ayudas para la innovación que convocan las administraciones públicas y la necesaria concienciación de los agricultores para que se encaminen hacia sistemas más sostenibles.

Noticia originalmente publicada en La Provincia – Diario de Las Palmas

Noticia originalmente publicada en El Día – La Opinión de Tenerife

Leer noticia aquí: https://www.eldia.es/economia/2020/10/05/agricultura-40-echa-raices-canarias/1114436.html

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